Difícil de decir en nuestra querida Extremadura, donde las primaveras son hermosas y fugaces. ¿Ya llegó este año o todavía está por llegar?
La sequía de este año, y el cambio climático, ha puesto el campo «turulato», hemos visto espino albar en flor en diciembre, jaras desde enero en flor, hierba de San Juan en febrero, y un campo quemado y mustio, impropio de nuestros inviernos. Por fin ha llegado la lluvía y esperemos que se quede un tiempo, aunque esto suponga parar con nuestras actividades.
Una de las imágenes, que más me gustan de la primavera, es ver nuestros arroyos alfombrados de ranúnculos (creo que el de la foto es R. peltata), parece un cuento y tal como aparecen desaparecen, hay que estar atentos para no meter un pie en el charco es que me ha pasado.


Como gran parte de los miembros de la familia de la Ranunculaceae, son tóxicos, por causa de una sustancia llamada anemonina. La Anemonina fue descubierta en el género Pulsatilla. Como bien decía Paracelso la dosis hace el veneno y la anemonina en dosis adecuadas, es un potente antiespasmódico y analgésico. Pero la dosis medicinal se encuentra peligrosamente cercana a la dosis tóxica y en estos casos la Homeopatía es un buen compromiso.


Curiosamente en homeopatía se prescribe cuando los síntomas son muy cambiantes, casi caprichosos, como el tiempo en primavera, donde podemos deleitarnos con estas preciosidades de la familia de los Ranunculos.
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